España tiene 2,89 millones de personas con más de 80 años. Muchas de ellas sufren varias patologías a la vez, toman una decena de fármacos distintos (o más), tienen problemas de movilidad, se sienten solas, pierden su autonomía, no se aclaran con las cajas de medicamentos y echan en falta un poco de atención. Los farmacéuticos han encontrado aquí un nicho donde aportar valor con servicios como la revisión de botiquines o los programas de detección precoz, pese al enfado de otros colectivos profesionales.
«El 87% de los mayores desea vivir en su casa el mayor tiempo posible», destaca el vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), Vicente Baixaulí. Pero el sistema sanitario debe cambiar su enfoque para atender a un colectivo cada vez más amplio, con enfermedades crónicas y con un alto grado de dependencia. Los farmacéuticos quieren que se cuente con ellos para abordar este reto, o así lo han manifestado en el congreso de atención domiciliaria organizado esta semana por Cofares en Santander.
No lo tienen fácil. Para empezar, sólo la legislación vasca —y dentro de poco, la madrileña— contempla la posibilidad de que las farmacias repartan medicamentos a domicilio, ordenen las cajas para evitar un uso irracional o despilfarro de las pastillas y velen por el seguimiento farmacoterapéutico. Tampoco existe un sistema de financiación claro, ninguna estrategia a nivel nacional ni voluntad política para dar carta blanca a este tipo de servicios, si bien hay algunas comunidades autónomas explorando esta vía (como Comunidad Valenciana o Extremadura).
¿Estaría financiado con fondos públicos? ¿Es gratis para el paciente? ¿Deben entran en juego las mutuas? Demasiadas preguntas y pocas certezas para un colectivo que además se encuentra con la oposición frontal de otros profesionales sanitarios (véase enfermeros) que ven peligrar sus competencias. «Si la administración pública quiere financiar ese servicio, que saque más plazas dependientes del sistema público» y no de un «negocio» como es la oficina de farmacia, opina el Consejo General de Enfermería.
«Quien no quiera ver que la cooperación con otros profesionales aporta valor, está anclado en el pasado. Existe una desconfianza injustificada», sostiene Lluís Triquell, farmacéutico, médico y director de Antares Consulting. Convertir la revisión de botiquines en una guerra de competencias es absurdo porque los farmacéuticos suman, pero no reemplazan, añade Julio Sánchez Fierro, vicepresidente de la Asociación Española de Derecho Sanitario. Más del 70% de los octogenarios tiene problemas de movilidad y sufre tres patologías a la vez en el mejor de los casos, recuerda.
La soledad es una epidemia que afecta a cada vez más españoles. No entiende de clases y genera exclusión y problemas de salud
Los mayores de 80 años hoy suponen un 6,3% de la población española, según los últimos datos del INE (2017). Los jubilados (+65) ya representan un 19,2% del total y su esperanza de vida aumenta mientras la natalidad cae en picado, poniendo a prueba las costuras del sistema. «El reto demográfico debe ocupar la agenda política y social de los próximos años (…) Los farmacéuticos tienen una importante tarea como colectivo sanitario más cercano a las personas mayores», defiende el presidente de la cooperativa farmacéutica Cofares, Eduardo Pastor.
«Los ancianos nos piden que nos pongamos de acuerdo. Nuestra profesión tiene que evolucionar», añade Pastor sin entrar en quién debe sufragar los costes del servicio. La falta de adherencia al tratamiento, el mal uso de los fármacos o los problemas derivados de ello —causantes de un tercio de los ingresos en urgencias— son algunos de los retos actuales, explica Baixaulí (SEFAC).
Fuente: El Confidencial